31 ene 2013

TESTIMONIO

Les presentamos un testimonio de una persona que encontro sentido a la vida a travez del dolor.

“Dichoso,  el que  en el sufrimiento abre su corazón al Dios de todo consuelo, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones”.
                                                                                      ( 2 Cor1, 3-4)  
                           Nombre: Claudio Alejandro Godoy Valenzuela                       
Un día cualquiera de diciembre de 2007, me partieron el alma, casi me morí ustedes saben de que se trata eso, “no sabia que camino tomar, el dolor me ahogaba el alma y apenas podía respirar”.

 Descontado el amor antes de conocer el de Dios, donde vivía sumido en la vanidad y debilidad, aparentando una camuflada fortaleza social y disimulando constantemente mis experiencias, coexistía mi legítimo amor de pareja.

Cuando el “amor de tu vida” te rompe el corazón y quedas ahogándote en la soledad y el sufrimiento, quieres desaparecer o morir. No obstante, el Señor pone caminos que pareciera que hacen morir al hombre que no sabía de Él, encaminándolo al MISTERIO de Dios, donde se puso en marcha mi búsqueda valiente.

Sin embargo, y gracias a la infinita misericordia de Dios, reencontré  a Jesucristo en la mística salvífica de la Pastoral de la Esperanza. ¡Una maravillosa responsabilidad y fructífera experiencia!, con todo lo que ello conlleva.

Los brazos y oídos de su gente, “La Palabra”, su academia, aunado a su espiritualidad invencible – que esencialmente busca comprender y hacer el bien a quien te lo pide con sus ojos- , ha sido una epifanía de vida, que reconforta y lleva a reafirmar mi fe en Dios y su Creación.
Gracias mi Señor por permitirme reiniciar la vida y tratarme igual que a un inocente.
Con sencilla humildad.
Claudio Godoy Valenzuela
Actualmente Monitor Pastoral de la Esperanza
Arquidiócesis de la santísima Concepción - Chile.
 
 
 

Testimonio de una mujer que venció la desesperanza

Hola, mi nombre es Elvecia y soy una mujer que trabaja de manera independiente. Después de presentarme, paso a relatar mi testimonio de cómo Dios y la Iglesia me han ayudado a ganar una batalla que se presentaba muy difícil.
Llegué al taller de la Esperanza, taller que se realiza en la Parroquia Natividad de María, y llegué con ríos de sufrimientos, las tinieblas y la oscuridad eran mis compañeras en todo momento ya que estaba pasando por una depresión muy fuerte y hasta tenía muchas ganas de suicidarme ello hacía que no encontrara salida a mi soledad y angustia, fueron días y noches donde libré una fuerte batalla con el demonio, ya que veía todo negro en mi vida. Era tanta la desesperanza, que por mis pensamientos pasaban cosas tales como, cortarme la zona inguinal, tirarme al metro o internarme en el mar para ahogarme ya que sentía que no le hacía falta a nadie, que estaba sobrando en este mundo y lloraba amargamente por días y noches durante meses.
Pero, también rogaba a Dios que me quitara esos pensamientos negativos, y estos volvían y me arrodillaba frente a su altar y le pedía que me abrazara que yo lo necesitaba, pero parecía que Él no me escuchaba, después me di cuenta que Dios sí me escuchaba y abría esa ventanita de luz y amor porque Él siempre está ahí esperando que optemos por ÉL. Así llegué al  taller en donde encontré a Anita y Osvaldo, nuestros monitores y hermanos en la fe quienes también llevaban su carga de sufrimiento, llegué  en el quinto encuentro el cual lleva por nombre “buscando una salida”, de mi cruz a tu soledad y entonces sucedió algo maravilloso.
La acogida y disposición de ambos monitores y del grupo de participantes en general, me hicieron sentir que yo no estaba sola, Dios me guió hasta ahí. A ese taller en donde cicatrizaron mis heridas del corazón y en el cual aprendimos a crecer en la fe y esperanza, fue así entonces que al pasar cada tema, los cuales encontré maravillosos, pude darme cuenta como se iban curando mis heridas sanándolas de la soledad y de las angustias que me atormentaban.
En los talleres aprendí que siempre hay una salida sobre todo si nos ponemos en las manos de Jesús porque Él es la luz en nuestro caminar, es el bálsamo que cura todas las tristezas.
Debo decir que hoy me siento alegre, contenta, en paz, con mi autoestima muy en alto y a pesar que los problemas están siempre ahí, hoy los miro desde otra perspectiva. Aprendiendo a aceptar con paz que debo quererme y aprender también a vivir en soledad con la dulce compañía de la palabra de Jesús.
Debieran realizar muchos talleres de la Esperanza en este mundo en el cual hay tantos hermanos que se sienten solos, deprimidos o angustiados, y es por ello que hago la invitación a todos mis hermanos del mundo  que deben vivir estos talleres, ya que es el mejor camino para la armonía y la paz, lo cual se traduce en que seamos sanos, fuertes y felices.
Finalmente, doy gracias a nuestro asesor Presbítero Don Arnoldo Vega Torres, por la disposición que él tiene para asesorar estos talleres, y que con su testimonio de vida y sufrimiento que lleva a cuestas; pido a Dios que le bendiga y lo sostenga en su duro peregrinar de hospitales y diálisis, ¡Animo Dios es amor!
ELVECIA HUINCA RUIZ
PARROQUIA NATIVIDAD DE MARIA
CONCEPCIÓN,CHILE
 
 
 

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