“Dichoso, el que en el sufrimiento abre su corazón al Dios de
todo consuelo, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones”.
( 2 Cor1, 3-4)
Un día
cualquiera de diciembre de 2007, me partieron el alma, casi me morí ustedes
saben de que se trata eso, “no sabia que camino tomar, el dolor me ahogaba el
alma y apenas podía respirar”.
Descontado el amor antes de conocer el de
Dios, donde vivía sumido en la vanidad y debilidad, aparentando una camuflada
fortaleza social y disimulando constantemente mis experiencias, coexistía mi
legítimo amor de pareja.
Cuando el
“amor de tu vida” te rompe el corazón y quedas ahogándote en la soledad y el
sufrimiento, quieres desaparecer o morir. No obstante, el Señor pone caminos
que pareciera que hacen morir al hombre que no sabía de Él, encaminándolo al
MISTERIO de Dios, donde se puso en marcha mi búsqueda valiente.
Sin embargo,
y gracias a la infinita misericordia de Dios, reencontré a Jesucristo en la mística salvífica de la
Pastoral de la Esperanza. ¡Una maravillosa responsabilidad y fructífera
experiencia!, con todo lo que ello conlleva.
Los brazos y
oídos de su gente, “La Palabra”, su academia, aunado a su espiritualidad
invencible – que esencialmente busca comprender y hacer el bien a quien te lo
pide con sus ojos- , ha sido una epifanía de vida, que reconforta y lleva a
reafirmar mi fe en Dios y su Creación.
Gracias mi
Señor por permitirme reiniciar la vida y tratarme igual que a un inocente.
Con sencilla
humildad.
Claudio Godoy
Valenzuela
Actualmente Monitor
Pastoral de la Esperanza
Arquidiócesis
de la santísima Concepción - Chile.
Testimonio de una mujer que venció la desesperanza
Hola, mi
nombre es Elvecia y soy una mujer que trabaja de manera independiente. Después
de presentarme, paso a relatar mi testimonio de cómo Dios y la Iglesia me han
ayudado a ganar una batalla que se presentaba muy difícil.
Llegué al
taller de la Esperanza, taller que se realiza en la Parroquia Natividad de
María, y llegué con ríos de sufrimientos, las tinieblas y la oscuridad eran mis
compañeras en todo momento ya que estaba pasando por una depresión muy fuerte y
hasta tenía muchas ganas de suicidarme ello hacía que no encontrara salida a mi
soledad y angustia, fueron días y noches donde libré una fuerte batalla con el
demonio, ya que veía todo negro en mi vida. Era tanta la desesperanza, que por
mis pensamientos pasaban cosas tales como, cortarme la zona inguinal, tirarme
al metro o internarme en el mar para ahogarme ya que sentía que no le hacía
falta a nadie, que estaba sobrando en este mundo y lloraba amargamente por días
y noches durante meses.
Pero, también
rogaba a Dios que me quitara esos pensamientos negativos, y estos volvían y me
arrodillaba frente a su altar y le pedía que me abrazara que yo lo necesitaba,
pero parecía que Él no me escuchaba, después me di cuenta que Dios sí me
escuchaba y abría esa ventanita de luz y amor porque Él siempre está ahí
esperando que optemos por ÉL. Así llegué al
taller en donde encontré a Anita y Osvaldo, nuestros monitores y
hermanos en la fe quienes también llevaban su carga de sufrimiento, llegué en el quinto encuentro el cual lleva por
nombre “buscando una salida”, de mi cruz a tu soledad y entonces sucedió algo
maravilloso.
La acogida y
disposición de ambos monitores y del grupo de participantes en general, me
hicieron sentir que yo no estaba sola, Dios me guió hasta ahí. A ese taller en
donde cicatrizaron mis heridas del corazón y en el cual aprendimos a crecer en
la fe y esperanza, fue así entonces que al pasar cada tema, los cuales encontré
maravillosos, pude darme cuenta como se iban curando mis heridas sanándolas de
la soledad y de las angustias que me atormentaban.
En los
talleres aprendí que siempre hay una salida sobre todo si nos ponemos en las
manos de Jesús porque Él es la luz en nuestro caminar, es el bálsamo que cura
todas las tristezas.
Debo decir
que hoy me siento alegre, contenta, en paz, con mi autoestima muy en alto y a
pesar que los problemas están siempre ahí, hoy los miro desde otra perspectiva.
Aprendiendo a aceptar con paz que debo quererme y aprender también a vivir en
soledad con la dulce compañía de la palabra de Jesús.
Debieran
realizar muchos talleres de la Esperanza en este mundo en el cual hay tantos
hermanos que se sienten solos, deprimidos o angustiados, y es por ello que hago
la invitación a todos mis hermanos del mundo
que deben vivir estos talleres, ya que es el mejor camino para la
armonía y la paz, lo cual se traduce en que seamos sanos, fuertes y felices.
Finalmente,
doy gracias a nuestro asesor Presbítero Don Arnoldo Vega Torres, por la
disposición que él tiene para asesorar estos talleres, y que con su testimonio
de vida y sufrimiento que lleva a cuestas; pido a Dios que le bendiga y lo
sostenga en su duro peregrinar de hospitales y diálisis, ¡Animo Dios es amor!
ELVECIA
HUINCA RUIZ
PARROQUIA NATIVIDAD DE MARIA
CONCEPCIÓN,CHILE
Gracias hermanos por su generosidad en compartir su testimonio.Bendiciones
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